
Para la Masonería la Naturaleza es una manifestación de Dios, al que llama Gran Arquitecto del Universo. Haciendo uso del lenguaje simbólico, la Masonería nos dice que la Naturaleza es un Templo, pero que es un templo en construcción, que se edifica de acuerdo con los planos del Gran Arquitecto del Universo, que se vale de todas sus criaturas para realizar su obra. El Sol es el autor de la vida terrestre. Es el creador de la Luz, y cada año, de manera periódica o cíclica, experimenta una serie de cambios que afectan la vida terrestre en todos sus aspectos. En el solsticio de invierno, la Masonería celebra el nacimiento o aparición de la Vida, en todos sus aspectos. En el equinoccio de primavera, festeja el esplendor o la belleza de la Vida, en todas sus formas, En el solsticio de verano, celebra la plenitud de la vida, en todas sus modalidades. Y en el equinoccio de otoño, conmemora la muerte o la desaparición de la vida, en todos sus aspectos. La Masonería ve a la Naturaleza como una obra de Dios, y por tanto, exige que se tenga hacia ella una conducta moral que nos impulse a conservarla y mejorarla en todos sus aspectos, para el bien de todos.