Los Francmasones se reúnen formando pequeños grupos o asociaciones autónomas e independientes unas de otras, que se distingue en general con el nombre de Talleres.
Los Talleres consagrados a los tres grados simbólicos llamados de San Juan, se denominan Logias.
Los Talleres correspondientes a los demás grados de los distintos ritos que se titulan masónicos, y que son más o menos universalmente reconocidos como tales, se designan bajo la distinta denominación de Capítulos, Consejos, Cortes, Sínodos, Areópagos, Tribunales, Consistorios, Senados, Supremas Potencias, Supremos Consejos, Santuarios, etc.
En general, los Talleres de cada grado se gobiernan y rigen libremente y con independencia los unos de los otros, aunque con sujeción a las reglas generales o particulares que el rito respectivo tenga establecido para cada uno de los que le constituyen.
DE LA LOGIA
La Logia es una reunión o sociedad compuesta de un número ilimitado de Francmasones regulares (1), pero nunca menor de siete, constituída de conformidad con las reglas y prácticas consuetudinarias, universalmente aceptadas y seguidas para la organización de la Francmasonería y la aplicación y desarrollo de sus principios y doctrinas.
(1) Por Masón regular se entiende aquel que se halla en plena posesión de sus derechos masónicos, e inscrito como miembro activo en el registro de una Logia, regularmente constituida, y que a su vez esté en efectividad de trabajo, formando parte de una Gran Logia u otro cuerpo jurisdiccional y reconocido.
La Logia es el Taller fundamental.
Fuente de todo derecho, de todo poder y de toda autoridad, es la única que puede admitir e iniciar al profano a la vida masónica y conferirle el carácter y prerrogativas de miembro de la Institución.
Logia regular, se dice de aquella que legalmente constituida e inscrita en el registro de una potencia regular y reconocida, trabaja regularmente bajo sus auspicios, con estricta sujeción a las prácticas universales y a las reglas establecidas por dicha potencia.
Todas las Logias del Universo son iguales en derechos y obligaciones, y autónomas e independientes dentro del círculo de las atribuciones que les reconozcan y garanticen las leyes constitutivas a que respectivamente deban acatamiento.
Unidas por los lazos de la solidaridad y fraternal inteligencia, deben prestarse mutuamente todo el apoyo que pudieran necesitar las unas de las otras, tanto para sí, como para sus respectivos obreros.
Las logias se designan por el título distintivo que tengan a bien adoptar al constituirse, y por el número de orden que les corresponde ocupar en el registro de la potencia de que dependan.
Como las Logias gozan de la más amplia autonomía, tanto en lo concerniente a su administración y régimen interior, como en lo que afecta a los actos más esenciales de la vida masónica, es necesario que pongan el más exquisito cuidado en no perder de vista jamás, ni en separarse lo más mínimo, del dogma fundamental de la Institución.
La fe en este dogma es el alma de la Francmasonería; es la que da a las Logias y a los demás organismos de la Institución, el poder de la acción y la fuerza moral de que disfrutan. De ella nace también la unidad del pensamiento y la comunidad de sentimientos que debe procurarse con vivo interés que se mantengan siempre intactos entre sus obreros, porque es la que alienta y mantiene la fidelidad y adhesión recíprocas; la que establece la religión del corazón y el culto de la simpatía; la que inspira el amor al estudio y al trabajo; la que excita a la práctica de las virtudes, y en una palabra, la que regula la moralidad entre los verdaderos hijos de la luz.
Por esto se da a las Logias los nombres de Taller, Escuela, Templo y Santuario, porque efectivamente, son verdaderos Talleres de iniciación, escuelas de enseñanza y templos o santuarios en donde se descubren, se explican y se hacen palpables a los Francmasones, las verdades que se encierran en los símbolos y alegorías que contienen las más grandes y provechosas enseñanzas.
La posición normal de toda sociedad masónica, consiste en hallarse siempre dentro del camino de la verdadera ciencia, marchando constantemente adelante, en pos del progreso y de la perfección. Por esto deben componerse las Logias de hombres serios, probos y generosos, entusiastas defensores de los intereses de la patria y amantes de la humanidad, sin que jamás den cabida en su seno a la intriga, ni a la cábala, ni a las maniobras de la ambición personal.
La Francmasonería, que ha mantenido desde su origen el progreso social y moral de la humanidad, constituye hoy una de las esperanzas más sólidas para el porvenir de las naciones. El fanatismo y la superstición, monstruos que renacen de sus cenizas como el ave fénix, tienen aún profundas raíces y grandes multitudes de esclavos que les sirven sumisas; la ambición dispone de ancho campo para satisfacer su brutal egoísmo bajo múltiples formas; la perfidia y la traición pueden tender todavía impunemente sus infames lazos a los hombres nobles y de buena fe, y el genio del mal vela incesantemente, y no perdona medio ni ocasión para arrojarse sobre sus víctimas, pretendiendo dominar el pensamiento humano y esclavizar las conciencias y hace esfuerzos titánicos para enseñorearse de los derechos de la humanidad.
Es preciso, por tanto, trabajar con ahínco y eficacia más constante y ardiente cada día para inutilizar y privarles de los poderosos medios de que dispone todavía para proseguir la impía y despiadada lucha que mantienen.
Dominado el edificio esplendente y humanitario, que las ciencias y las luces elevan de consumo, por las funestas doctrinas imperantes, debidas a los falsos profetas que lo atacan, es deber imperioso de todos los Francmasones ocupar el puesto de honor que les está señalado el frente de estos enemigos.
Y a las logias incumbe la difícil y gloriosa tarea de amaestrarlos y dirigirlos, hasta hacer que sean dignos de sí mismo, y de titularse campeones de la gran obra de regeneración y progreso a que están consagrados.
Fuente: Diccionario Enciclopédico de la Masonería