Francmasón es aquel que, reuniendo las condiciones exigidas y después de llenadas las formalidades necesarias para ello, es admitido como miembro de la Fraternidad, por la ceremonia de la iniciación, e inscrito como tal en los registros correspondientes de la Orden.

Aunque diseminados por todos los ámbitos de la tierra en número ilimitado, los Francmasones se hallan estrechamente unidos por los lazos de la solidaridad y del amor fraternal; por esto se dan entre sí el nombre de Hermanos.

En todas las circunstancias se deben mutuo apoyo y protección; deben ayudarse y socorrerse moral y materialmente, aún con peligro de su vida, si importa.

El Francmasón, según la expresión de un ilustre hermano, “es el ciudadano del Universo”.

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Francmasones

El ritual lo define diciendo que es un “hombre íntegro y probo, igualmente amante del rico que del pobre, con tal que sean virtuosos”. La virtud, la seriedad, la honradez, son, por tanto, los caracteres distintivos del Francmasón. “No es por los signos, por los toques, ni por el prestigio de los grados, que debe darse a conocer el Masón, sino por sus virtudes”, añade la instrucción del Aprendiz. Desde el momento que penetró en el Templo, dejó de ser el hombre del mundo, el hombre de los errores y de las preocupaciones, el hombre de los vicios y de las pasiones, que alimentan nuestras debilidades, para convertirse en el hijo de la luz y en el adepto celoso de la justicia. Es una especie de caballero consagrado a la defensa de la humanidad, que debe conocer la clase de enemigos a quienes combatir, y tener la seguridad de que no ha de faltarle el valor y la constancia necesarios para salir victorioso de su empresa.

Los vicios que impiden los progresos de la razón y que los hombres vivan como hermanos, son la superstición y el fanatismo. “Hijo de la ignorancia, dice el Maestro al neófito, la superstición y el fanatismo son dos monstruos nacidos de cuanto puede existir de más estúpido en el mundo; son dos hidras de cien cabezas siempre renacientes y hambrientas, que esparcen por todas partes el veneno y las llamas; que devoran los hombres, los pueblos y las generaciones, y que han abierto en la tierra un abismo insondable y eterno, para sumergir en sus oscuros antros a las generaciones venideras. No olvides jamás, que el Masón tiene el deber de combatir valerosamente y sin cejar ni un solo instante, a estos dos formidables enemigos del progreso y de la prosperidad del hombre. No olvides jamás, que tu ciencia, tu lógica, todas las facultades de tu inteligencia, todas las fuerzas de tu espíritu y de tu cuerpo, debes emplearlas para resistir los estragos que causan en el mundo”.

Sin estos requisitos no se puede ser Francmasón. Todo aquel que pasara por las pruebas de la iniciación sin despegarse de su envoltura material, y entrara en el sagrado recinto de los tiempos con las debilidades propias de su humanidad, no será más que un profano disfrazado con la augusta túnica del iniciado.

Fuente: Diccionario Enciclopédico de la Masonería.

De los Francmasones

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