I
Ama a tu prójimo como a ti mismo, y no le hagas jamás aquello que no quieras que te hagan. Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo, y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud. Sé afable y servicial, edifica con tu ejemplo, comparte la felicidad de los demás sin celos. No permitas jamás a la envidia elevarse ni un solo instante en tu interior, enturbiaría el manantial puro de tu dicha, y tu alma sería presa de la más triste furia de remordimientos.
II
Perdona a tu enemigo; no te vengues de él más que por tus buenas obras: este sacrificio generoso, sublime precepto que debemos a la religión, te proporcionará los placeres más puros y deliciosos; volverás a ser la viva imagen de la Divinidad, que perdona con bondad celeste las ofensas del hombre, y lo colma de gracias a pesar de su ingratitud. Acuérdate siempre que éste es el triunfo más bello que la razón pueda obtener sobre el instinto, y que el Masón olvida las injurias, pero jamás las buenas obras.
Fuente: REGLA MASÓNICA AL USO DE LAS LOGIAS RECTIFICADAS – Caballeros de la Rosa 104