Para saber si la masonería puede, aún hoy, ser una asociación necesaria, se precisa, aunque somera, una enumeración de los problemas, no resueltos, que tenemos planteados en los comienzos de este milenio.
Ante esta actitud de soledad y desorientación ante la vida, es necesario un desarrollo y una intensificación de la ética masónica, basada en el respeto al individuo, la solidaridad, la tolerancia y la fraternidad. Es preciso recrear un humanismo del respeto, de la autenticidad, de la responsabilidad compartida, del amor al trabajo, de la capacidad creadora, que libere la extraordinaria potencialidad que los hombres y las mujeres llevamos dentro de nosotros mismos, para que nos pongamos a laborar por un mundo mejor. La nueva ética que necesita, existe, en parte, en la masonería, en ese profundo respeto del ser humano, tomado como individuo y en sociedad