La capital ha acogido durante esta semana las II Jornadas sobre historia de la masonería en Almería ‘José Litrán’, organizadas por la Facultad de Humanidades y Psicología de la UAL junto a las asociaciones Tormenta de Ideas y Maestro Hiram. Ayer se cerraron con una conferencia del abogado valenciano Óscar de Alfonso Ortega, Gran Maestro de la Gran Logia de España, cargo que ocupa desde 2010 y que acaba de revalidar con el 92 por ciento de los votos.
Visita Almería para hablar sobre el presente y el futuro de la masonería en nuestro país. ¿Cuál es la situación?
El presente no es halagüeño porque parte de una división: la masonería española, desgraciadamente, ha estado siempre dividida, ya que hay una obediencia hegemónica, la Gran Logia de España (GLE), tradicional y que sigue los requisitos y directrices de hace más de trescientos años, y después hay una serie de obediencias, muy minoritarias, que no siguen esas directrices. Los miembros de la GLE somos 2.600 hermanos repartidos en 180 logias en ocho provincias masónicas y sumamos más del doble que el resto de todas las logias juntas. Y eso que no admitimos mujeres y sólo admitimos creyentes.
Creyentes aunque no de un credo concreto.
Cada uno practica la religión de la que es miembro, seas cristiano, musulmán o judío. Ser creyente es razonable y lógico, ya que todos nuestros trabajos comienzan a la gloria del Gran Arquitecto del Universo. Considero que es imposible ser masón y no creer en algo, tienes que tener un vínculo con la espiritualidad.
¿Y por qué no admiten mujeres?
No existe un impedimento para que ejerzan la masonería, sí para que sean miembros de la GLE. Por un apego a nuestra tradición, ya que una de las cosas que jura un masón cuando se inicia es no cambiar nuestros principios básicos inmutables, y por el derecho de autorregulación, ya que como cualquier grupo asociativo podemos establecer qué requisitos deben cumplir nuestros miembros.
¿Cómo ve el futuro?
Desde que fui elegido Gran Maestro tengo una obsesión: normalizar las relaciones con la sociedad. Hay varias fases por cumplir. La primera es la divulgación, y un buen ejemplo son estas jornadas: al explicar lo que hacemos, desvelamos detalles que la gente ignora por esa losa de oscurantismo que nos ha puesto la historia, sobre todo el régimen de Franco; losa que tampoco hemos sabido quitarnos para salir al exterior y decir que somos éticos, legales, morales, buena gente.
¿Y qué otros retos tiene la GLE?
Tener una presencia activa donde podamos actuar con la sociedad desde todos los puntos de vista. También necesitamos un aumento de miembros, siempre salvaguardando la calidad de las personas: no nos interesa el número sino que sean buena gente. La última fase es la del cambio generacional: los masones españoles, debido a muchos años de exilio, estamos faltos de cultura masónica.